Miras el reloj y se te ha hecho tarde. Los dígitos, las manillas e incluso los granos de arena pasan igual de rápido. Más temas pendientes, más cuestiones no resueltas y, como cada día, piensas: mañana lo haré. Te levantas, y el tiempo apremia. Se escurre de las manos al igual que el agua. Y cuanto más pasa el tiempo, más rápido vuela. Cuantas más canas y más arrugas, más cortos son los días. Cuantos más años vives, menos parece que duran. Un niño se aburre, pero tú ya has olvidado qué es eso. No tienes tiempo.


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